Ozono: congestión nasal, asma, irritación en los ojos y menor resistencia a infecciones.
Dióxido de azufre: daño pulmonar.
Monóxido de carbono: relentización del transporte del oxígeno en la sangre.
Compuestos orgánicos volátiles: cáncer y malformaciones congénitas.
Óxido de nitrógeno: provoca daño pulmonar.
Partículas suspendidas: bronquitis, irritación de nariz y garganta y mayor mortalidad en adultos mayores
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